Manejo del suelo y fertilización natural

El mayor mérito de la agricultura precolombina radica precisamente en el manejo, conservación y rehabilitación de suelos, para cuyo éxito emplearon las más variadas e inteligentes estrategias y mucho trabajo

Ing. Temistocles Hernández Montalvo

Labranza mínima

terrazas

El hecho de que en América Andina no hubo animales de gran fuerza, como elefantes, caballos, bueyes, camellos o búfalos, fue decisivo para que los cultivos se realicen con un mínimo de labranza del suelo. Mientras en los viejos continentes se roturaba y pulverizaba la tierra antes de echarlas semillas, acá se practicaba la siembra “a golpe”, ubicando las simientes grandes y pequeñas en los espacios abiertos con espeques (palos con punta para horadar el suelo).
Esto, a la larga, favoreció notablemente la conservación de la capa orgánica y la fertilidad, pues cuando se rotura y vira el suelo se destruye la vida de la microflora y microfauna, cuyas funciones y procesos son determinantes para solubilizar los elementos minerales que nutren las plantas.

Obras físicas para la conservación de suelos

Para conservar los suelos, facilitar el trabajo e incrementar la productividad se desarrollaron tecnologías
apropiadas, muchas de ellas únicas en el mundo.

Sistemas de terrazas, andenes y terraplenes

Son plataformas o espacios planos, formados en terrenos con fuertes pendientes, para reducir la erosión
causada por las escorrentías.

Con estos sistemas se puede, inclusive, regenerar suelos empobrecidos. Las “terrazas a nivel” interceptan el arrastre del suelo y favorecen la infiltración del agua de riego o de lluvia. Las terrazas inclinadas en cambio, permiten, sin perjudicar al suelo, la salida de los excesos de agua. Las características de las terrazas dependen de la gradiente del terreno, de la textura y estructura del suelo, del espesor de la capa arable, de la cantidad de lluvia, de la clase de cultivo.


Los andenes y terrazas permitieron aprovechar ciertos microclimas y ventajas naturales para incrementar y diversificar la producción. La sombra o el sol diario de un lugar son factores que se deben tomar en cuenta para la localización de una terraza. Igual la exposición a los vientos. Tómese en cuenta algo muy importante: la mejor protección contra las heladas es sembrar en laderas.

terrazas andinas, curvas de nivel

Las terrazas exigen una construcción y un mantenimiento cuidadoso. Si no se aplican medidas agronómicas o culturales de conservación, el suelo de las terrazas, como cualquier otro, se empobrece y degrada; de ahí que, aparte de la obra en sí, es necesario considerar las tecnologías biológicas y métodos de cultivo más idóneos para mantener la fertilidad. Los muros de piedra y cangahua, los mojones de pencos y chilcas, las barreras de árboles y arbustos, la rotación de cultivos, fueron los recursos utilizados por los nativos andinos para reforzar la estabilidad física y biológica de estas plataformas.

Terraplenes

Los terraplenes

Son terrazas de base más ancha, en terrenos de poca pendiente. Tienen por objeto mejorar la topografía
para facilitar las labores de cultivo, especialmente el riego, logrando un mejor aprovechamiento del agua con un mínimo riesgo de erosión. Los muros de chambas, piedras y matorrales de los terraplenes, aparte de delimitar los terrenos, sirven como cortinas rompevientos y mejoran el ambiente.

Al respecto de los andenes, terrazas y terraplenes, resulta interesante la información que recoge Leslie Ann Brownrigg (“Al futuro por la experiencia”) sobre las investigaciones del antropólogo John Earls en las terrazas artificiales del anfiteatro de Moray, en la sección más estrecha del Valle Sagrado, cerca del Cuzco. Las minuciosas investigaciones de Earls demostraron la hipótesis de que esta construcción incaica era una réplica en miniatura de 20 o más zonas ecológicas distintas. En esta cuenca artificial, cada terraza producía variaciones climáticas rudimentarias, condiciones
que ocurrían en la Naturaleza con miles de metros de intervalo, en diferentes pisos altitudinales.

Habrá quienes opinen que ahora no valdría la pena hacer terrazas ni nada parecido, si su construcción exige mucha mano de obra y altos costos; en cuyo caso habría que recordarles, primero, que cada vez se estrecha la frontera agrícola y, lo que es más, aproximadamente tres millones de kilómetros cuadrados de América Tropical, donde se albergan más de 50 millones de campesinos, son tierras escarpadas con fuertes pendientes. Además, cabe mencionar que se puede construir lentamente una terraza partiendo de una simple zanja de contención protegida con vegetación
resistente y prolífica, a la que año a año se la va subiendo de nivel.

terraplenes
Ing. Temístocle Hernández M
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