El secreto para formar un buen potrero con hierbas, arbustos y árboles
está en encontrar las especies con cualidades forrajeras (incluyendo
de preferencia leguminosas) que mejor convivan, que se favorezcan
mutuamente y que más se adapten al medio ecológico respectivo.
Los árboles no compiten
Imaginémonos una población de 100 árboles por hectárea (10 x 10 m entre ellos) e igual número de arbustos en un potrero. En el supuesto de que los tallos de cada árbol o planta ocupasen una superficie de 0.25 metros cuadrados, las hierbas perderían, de los diez mil metros cuadrados que conforman esa hectárea, apenas 50 m2; espacio tan pequeño en el que no se podría producir el forraje equivalente al follaje de 10 árboles o arbustos…¡La competencia por espacio es un cuento!
La mayor parte de las hierbas prosperan mejor a la sombra de los matorrales y árboles, los cuales atenúan los efectos nocivos del viento y las heladas, mitigan la fuerza física de la lluvia y la radiación solar. Su sombra mantiene constante la temperatura del suelo; disminuye la transpiración de los vegetales bajos y conserva la humedad. Sus hojas actúan como núcleos de condensación de las neblinas y la humedad del aire, que luego se precipitan en forma de rocío. Todas las mañanas llueve bajo un árbol. El follaje que cae y no ha sido consumido por los animales se va integrando al suelo como abono orgánico que mejora la estructura, el contenido de humus y la fertilidad; aumenta la retención de agua y reduce el escurrimiento.
En los climas ecuatoriales la hierba se seca rápidamente durante el verano por efecto del viento (80% de la seca es por causa del viento, 20% por el sol), mientras que los matorrales y árboles, merced a la mayor profundidad de sus raíces, mantienen su follaje siempre verde durante todo el año.
Las raíces de los árboles y arbustos fijan nitrógeno del aire por simbiosis -en especial si son leguminosas-; aprovechan los nutrientes por micorriza, capturan nutrientes líquidos y el agua y los nutrientes de las capas inferiores del suelo.
El suelo de un bosque retiene cinco veces más agua que un pasto, y hasta 15 veces más que un suelo desnudo… ¡La competencia por luz, agua y nutrientes es un mito!
Editorial Agricola